Testimonio de nuestro tratamiento efectivo para el cáncer, eliminando células cancerosas, sin dañar las sanas.
El cáncer es un conjunto de enfermedades producidas por la proliferación descontrolada de células anormales con capacidad de invasión y destrucción de otros tejidos. Este crecimiento excesivo inicialmente produce un tumor, el que puede producir daño a tejidos cercanos por compresión, o diseminarse a otros tejidos. Se puede originar cáncer a partir de prácticamente cualquier célula o tejido de nuestro cuerpo.
El proceso por el cual las células normales se transforman en células cancerosas se denomina carcinogénesis. La carcinogénesis dura años y pasa por diferentes fases. La primera fase comienza cuando agentes externos actúan sobre la célula alterando su material genético (mutación). La condición indispensable es que la célula alterada sea capaz de dividirse. Como resultado, las células dañadas comienzan a multiplicarse a una velocidad ligeramente superior a la normal, transmitiendo a sus descendientes la mutación. A esto se le llama fase de iniciación tumoral y las células involucradas en esta fase se llaman células iniciadas.
Si sobre las células iniciadas actúan de nuevo y de forma repetida los agentes carcinógenos, la multiplicación celular comienza a ser más rápida y los mecanismos de control de errores se hacen insuficientes, aumentando la probabilidad de que se produzcan nuevas mutaciones. A esto se le llama fase de promoción y las células involucradas en esta fase se denominan células promocionadas. Por último, las células iniciadas y promocionadas sufren nuevas mutaciones. Cada vez se hacen más anómalas en su crecimiento y comportamiento. Adquieren la capacidad de invasión, tanto a nivel local infiltrando los tejidos de alrededor, como a distancia, originando las metástasis. Es la fase de progresión.
Cuando los mecanismos de control encargados de eliminar éstas células defectuosas se alteran, el sistema permite que una célula y sus descendientes sigan dividiéndose descontroladamente, aun cuando el cuerpo no las necesita, lo que con el tiempo puede dar lugar a una masa o nódulo. Esta masa de tejido es lo que se llama tumor.
En condiciones normales, las células de cada individuo expresan proteínas en su superficie llamados antígenos; los antígenos actúan como marcas de identidad, y en el caso de las células de una persona son reconocidos como propios por el sistema inmune, evitando que las células propias sean atacadas y eliminadas. Este proceso de reconocimiento de lo propio se ha llamado tolerancia inmune, o tolerancia a lo propio. Ahora bien, si el sistema inmune se encuentra con antígenos que no son propios, como por ejemplo derivados de bacterias o virus, recibe señales de peligro que llevan a que se active una reacción del sistema inmune contra estos antígenos foráneos, resultando en la eliminación de todos los agentes que tengan los antígenos extraños. Esta reacción se denomina respuesta inmune.
Al igual que las células normales, las células tumorales (cancerosas) expresan antígenos tanto en su superficie celular como también secretados por las células. Estos antígenos se han denominado antígenos asociados a tumor. Los antígenos tumorales son reconocidos como extraños por el sistema inmune, debido a que cuando las células normales se convierten en células cancerosas, algunos de los antígenos de su superficie cambian o mutan, haciéndolos reconocibles por el sistema inmune como antígenos extraños.
El sistema inmune tiene la capacidad de vigilar la aparición de tumores, debido a que las células tumorales expresan antígenos detectados como extraños. El sistema inmune vigila y elimina a estas células tumorales aberrantes mediante las células denominadas Licfocitos T citolíticos o citotóxicos y Linfocitos Natural Killer (pudiendo adicionarse con Linfoctitos T-Car reprogramados), impidiendo así su crecimiento y expansión. Sin embargo, factores tanto tumorales como del propio organismo alteran el adecuado funcionamiento de este mecanismo de vigilancia inmune, provocando el desarrollo y crecimiento de un tumor, y su posterior propagación por el organismo, en forma descontrolada. La manipulación del sistema inmune para que se active contra los tumores son la base de la inmunoterapia.
Normalmente, las células de nuestro organismo están incrustadas en una red de colágeno y otras moléculas de tejido conjuntivo que las mantiene en su sitio. Para su funcionamiento, las células de nuestro organismo necesitan desplazarse, por lo que producen “tijeras biológicas”, es decir, enzimas (o biocatalizadores) capaces de disolver el tejido conjuntivo que las rodea, como por ejemplo en el caso de: LA DISOLUCIÓN DE COLÁGENO DURANTE LA OVULACIÓN. En el proceso de ovulación, el organismo femenino utiliza el mecanismo de disolución de colágeno. Los cambios hormonales de cada ciclo estimulan a ciertos tipos de células (granulocitos) que rodean al óvulo en maduración (folículo) situado dentro del ovario.
Bajo una influencia hormonal (por ejemplo, de estrógenos) estas células comienzan a producir grandes cantidades de enzimas disolventes de colágeno, para que, a la mitad del ciclo, debiliten la pared del ovario compuesta de colágeno y formen un agujero que permita al ovario salir del óvulo y desplazarse hacia la matriz o útero. Inmediatamente después de que el óvulo ha abandonado el ovario, la actividad de las enzimas disolventes de colágeno se detiene gracias a los bloques enzimáticos del propio organismo, lo cual inclina la balanza hacia mecanismos de producción de colágeno, que dominan por encima del proceso de disolución del colágeno. Utilizando este mecanismo, el tejido de la pared del ovario puede "curarse" con rapidez y cerrarse. Cuatro semanas más tarde, todo el proceso se repite.
Otro proceso en el que las enzimas disolventes de colágeno se utilizan en condiciones normales son todos los procesos de remodelación de tejido, como en la preparación del pecho femenino para la lactancia, es decir, para dar de mamar. Al final de la gestación, y en preparación para dar de mamar al recién nacido, unas señales hormonales “indican” a las células de las mamas que tienen que “poner en marcha” la producción de enzimas disolventes de colágeno. Su función es derribar la arquitectura existente del tejido de las mamas para permitir la reconstrucción del “pecho lactante” y su adaptación a la producción de leche. Entre otros procesos de remodelación de tejidos que incluye la disolución de colágeno se encuentran en la curación de heridas, así como el crecimiento del cuerpo y de los órganos.
Para que las células cancerígenas crezcan hasta convertirse en un tumor y se propaguen por todo el cuerpo (metástasis), tienen que salir de este confinamiento de tejido conjuntivo. Para hacerlo, cada célula cancerígena también produce "tijeras biológicas", con la diferencia de que éstas células no producen enzimas reparadoras que "curen" el tejido destruido, sino que exclusivamente producen destrucción hasta que mueren. Dado que, por su naturaleza, las células cancerígenas son inmortales, un cáncer en crecimiento puede describirse como una enfermedad que, gradualmente, digiere el cuerpo desde dentro.
Todos los tipos de cáncer abusan del mecanismo de disolución de colágeno, incluyendo el cáncer de hígado. El hígado es el órgano principal del metabolismo del cuerpo, responsable, entre otros, de neutralizar y eliminar las toxinas del organismo. Las toxinas, como los pesticidas, conservadores y muchos fármacos sintéticos, son las causas más comunes de cáncer de hígado. Las células del hígado expuestas a estas substancias pueden sufrir daños
y convertirse en células cancerosas al motivarse una “programación” incorrecta del material genético de la célula (ADN).
Una alteración maligna de la programación de la célula marca el comienzo del proceso del cáncer activando una cascada de pasos biológicos que, finalmente, desembocan en un cáncer plenamente desarrollado. Algunos de estos pasos son esenciales para el crecimiento y la propagación del cáncer:
Cuantas más enzimas disolventes de colágeno produzca una célula cancerígena, más agresivo es el cáncer, más rápido se extiende por el cuerpo y más corta se vuelve la expectativa de vida del paciente si no se frena el mecanismo.
El mecanismo disolvente del colágeno es indispensable cuando las células cancerígenas migran para formar tumores secundarios en otros órganos o partes del cuerpo. Estos tumores secundarios reciben el nombre de metástasis. Cada tumor está rodeado de una red de pequeños vasos sanguíneos (capilares).
Con ayuda en enzimas disolventes de colágeno, las células cancerígenas pueden “perforar” la pared de estos capilares y penetrar en el torrente sanguíneo. Una vez dentro del vaso sanguíneo, el torrente sanguíneo arrastra las células cancerígenas hasta alcanzar otros órganos. Cuantas más enzimas disolventes de colágeno pueda producir un tipo de célula cancerígena, mayor facilidad habrá para desarrollar metástasis.
Otro mecanismo clave en el desarrollo del cáncer es la formación de nuevos vasos sanguíneos que alimenten el tumor. Cada tumor necesita de un aporte continúo de nutrientes para crecer y propagarse. Los tumores no pueden crecer sin generar nuevos vasos sanguíneos que les proporcionen su propio suministro de sangre. Para inducir la formación de estos nuevos vasos sanguíneos, llamada angiogénesis, las células cancerígenas producen varias moléculas de señalización que se envían a los vasos sanguíneos cercanos para que broten estos nuevos vasos o capilares. Bajo el efecto de estas moléculas de señalización, las células endoteliales (que revisten los vasos sanguíneos) se separan del “vaso madre” y migran hacía el tumor.
Las células cancerosas tienen defecto mitocondrial, y al estar disfuncional la mitocondria de las células cancerígenas, se interrumpe el proceso de la muerte celular programada (apoptosis), ya que la mitocondria actúa como reservorio de proteínas apoptóticas como el citocromo C, Smac/Diablo, el factor inductor de apoptosis (AIF), endonucleomo asa G y las procaspasas 2,3,8 y 9. La liberación de estas proteínas conduce a una secuencia de cambios morfológicos que van desde la condensación nuclear hasta la exposición de la fosfatidilserina y de moléculas de adhesión en la superficie de las células que han entrado en apoptosis. Por tanto, la mitocondria actúa como el escenario integrador de una cadena de estímulos inductores para la apoptosis y desencadena una serie de cascadas de señalización que terminan con la muerte de la célula, por lo que, al interrumpirse el proceso, la célula se convierte en inmortal. De acuerdo a lo anterior, y en virtud de que las células cancerígenas tienen una mitocondria disfuncional, están impedidas para entrar en apoptosis (muerte celular programada), convirtiéndose en inmortales.
Para tener resultados positivos en el tratamiento del cáncer, es necesario entender la bioquímica y metabolismo de las células cancerosas, atacándolas en todos sus frentes biológicos, con implantes de células madre prediferenciadas a diferentes tipos celulares para fortalecer el organismo en general, así como fortalecer el sistema inmune en particular (inmunoterapia), incluyendo células madre prediferenciadas a Linfocitos T citolíticos o citotóxicos y Linfocitos NK (Natural Killer) especializados en destruir células cancerosas; pudiendo adicionarse con Linfocitos T-Car reprogramados para atacar selectivamente células leucémicas y células neoplásicas de origen mieloide, sin dañar a las sanas.
Los implantes también incluyen PROTEÍNAS ENZIMÁTICAS para:
Las proteínas enzimáticas de nuestros implantes, diseñadas para frenar la acción de las enzimas disolventes de colágeno, ocupan los “lugares de anclaje” por los que las enzimas disolventes de colágeno se unirían normalmente a las moléculas de tejido conjuntivo para disolverlas, además de que inhiben la secreción de la enzima urocinasa “tijera biológica” disolvente de colágeno.
Lo anterior, actuando en conjunto, fortalece el sistema inmunológico del paciente disminuye la disolución incontrolada del tejido conjuntivo bloqueando su mecanismo de disolución, inhibiendo así la propagación del cáncer y su metástasis, sin dañar las células sanas.
Con las proteínas enzimáticas inhibidoras de factores de señalización para creación de nuevos vasos sanguíneos en células tumorales, contenidas en nuestros implantes inductores, incluyendo el bloqueo de factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), podemos evitar la angiogénesis y la propagación del cáncer, sin dañar a las células sanas.
La inmunoterapia es un tratamiento biológico contra el cáncer, que utiliza sustancias hechas a partir de organismos vivos, que acondicionan y fortalecen al sistema inmune para destruir las células cancerosas, sin dañar células sanas.
Células madre prediferenciadas a:
Los implantes especiales para Leucemias y Mielomas, incluyen además:
Los Linfocitos T-Car, son células autólogas extraídas de la sangre periférica del paciente, reprogramadas genéticamente para destruir células leucémicas.
Funciones principales:
En forma genérica, este tipo de implantes con Linfocios T-Car, se obtienen de la siguiente manera:
Nuestras alternativas terapéuticas son aplicables a cualquier cáncer, en cualquier fase, con la limitante de que, en cánceres avanzados, así como en los casos en los que el sistema inmunológico, y por ello la capacidad del organismo de luchar contra el cáncer, haya sido destruida por la quimioterapia y/o radioterapia, la mejoría del paciente podría ser limitada.
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